Escribirte un poema es decirte desde este odio inmenso que no dejo de amarte incansablemente, es llamarte desde un grito desesperado de mi alma que no te tiene, desde mi corazón que te necesita, desde mi soledad que te desea.
Escribirte es rogarle a tus ojos pardos que se vuelvan a mirarme con esa dulzura que aún ahora ocasionalmente suelen regalarme, es pedir a tus manos finas y suaves que se posen sobre mi cara tiernamente.
Escribirte poesía es rememorar aquellos segundos en que tus caderas anchas solían acomodarse sobre las mías, recordar tu cabello desatado y rebelde en la intimidad, prender velas a los santos para que me hagan el milagro de no soñarte más.
Dirigir mis letras hacia ti es preguntarme qué nos pasó, qué huracán furioso se llevó el amor que solías sentir por mí, es despreciarte por rodar de cama en cama y tumbarte sobre cada cuerpo inútil que no sabe llenarte a plenitud. Es detestarte, odiarte y odiarme, es saber que nuestros errores en conjunto han sido los más costosos de nuestra historia.
Redactar lo que siento por ti es sentir que nunca me quisiste, sufrir en carne viva lo que significa un corazón roto, una ilusión destrozada, es entrar en la oscuridad mortuoria y revivir sólo por la esperanza de que algún día me ames nuevamente.
Escribirte un poema es simplemente un tratado de amor que por ti no vale la pena.
LYCETTE SCOTT
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