Hace unos días me encontraba en un cumpleaños en el cual tuve la oportunidad de compartir con personas que hace mucho no veía, me di cuenta de que el tiempo tiene un efecto mágico en los individuos. En una zona donde anteriormente se suscitaban conflictos con cierta frecuencia, nos encontramos viejos conocidos compartiendo alegremente, como si el tiempo hubiese sanado viejas heridas y ya simplemente somos adultos que podemos alegrarnos de encontrarnos en un momento dado.
Particularmente, me llenó de alegría ver que otras personas han crecido y están en un momento mucho más estable y feliz de sus vidas, quizá es en esa circunstancia cuando te das cuenta del verdadero aprecio que sientes por los demás, cuando sientes una inmensa paz al verlos mejor, felices, tranquilos y estables.
De esa reunión salimos a un local nocturno y allí comprendí definitivamente aquello de que "los años no pasan en vano", a pesar de estar de buen humor y con ánimos de fiesta, me encontré en un lugar en el cual me molestaba un poco el alto sonido de la música, la cantidad de gente sudada pegada a mi cuerpo, la imposibilidad para caminar y hasta me sentí un poco asfixiada. Por un momento pensé ¡vaya, me estoy poniendo vieja!.
Sin embargo, reflexionando, recordé un capítulo de Friends en el que un viejo amigo debe visitar a Ross y Chandler, quienes terminan dándose cuenta de que "ya no están para esos trotes". No considero que esté vieja, al contrario, sigo estando en mis altos veintes, sin embargo, creo que he madurado para convertirme más o menos, en eso que la gente llama "adulto contemporáneo". Hoy en día disfruto mucho más de una buena conversación en compañía de unos vinos y buenos amigos que de la locura de una discoteca. Encuentro placer en esas largas conversaciones cargadas de risas, en lugares en los cuales realmente puedes escuchar a tu interlocutor; alguna que otra parranda no está mal, pero preferiblemente en una fiesta o casa, donde conozcas a la mayoría de los asistentes y al menos sepas si la persona que te rozó sudada es higiénica.
Creo que el tiempo ha hecho su trabajo, llevándome a una cierta zona de confort, quizá se trate de etapas quemadas, quizá sencillamente de cambios y madurez. He tenido hasta ahora la fortuna de vivir una vida plena, cargada de etapas maravillosas y hoy en día, puedo decir sin temor a equivocarme que bien vivida.
Agradezco lo que he pasado porque me ha hecho convertirme en lo que soy ahora y considero que en esta etapa de mi vida, estoy hallando más placer en las cosas simples, algo que me encanta. Y, si bien me encantó lo que viví en el pasado, mi presente se ha convertido en algo para apreciar y atesorar, me gusta el ahora y lo atesoro como un momento que algún día será un pasado para recordar.
2 comentarios:
Hola Liz! Yo pasé por esa etapa precisamente a tu edad. Es signo de madurez, de asentamiento, de cuando colocas arena y agua en un vaso y lo agitas y lo dejas, al final la arena sedimenta, decanta, es un proceso natural. Disfruta mucho de este momento como antes disfrutaste de los otros, los de la discoteca y el ruido. Todo te nutre. Es un proceso muy bonito, más aún si estas consciente. Un beso mi bella!
Oz, claro que sí. Aunque a veces siento que estoy envejeciendo y que ya no tengo la capacidad de disfrutar las cosas que mis amigos más jóvenes disfrutan. Sin embargo, me gusta este momento... de verdad que sí.
Muchos abrazos para tí.
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