Te soñé como una epidemia, como una peste que casi me consume, un cáncer de muchos años que atravesó mi cuerpo. En mi sueño tenías el poder de mil imperios, la sangre de la mujer traicionada y la frialdad de la serpriente frente a la presa, eras grande en él, porque lo fuiste en mi.
Tu hielo se adhirió a mi y chupaste mi sangre...aprendiz de sanguijuela, yo tuve a bien entregarme por completo, sin complejos, sin dudas, desnudarme ante tí y cuando me hallaste así, supiste arrancar mi piel, dejando sólo músculos y sangre, huesos resquebrajados, torrente, glóbulos, órganos latientes y expusiste tu obra de arte ante todos en una galería de ciegos, todos con visiones, con opiniones, escudriñaron mi intimidad, bebieron mis palabras, me acercaron al calor con intención de secar mis líquidos, mis fluidos y poco a poco se fueron retirando a disfrutar su festín, hicieron su digestión y habiéndome desechado, durmieron su ignorancia en la oscuridad de guerras y cementerios, allí me dejaron tranquila reposar mis ansias, restaurarme a la luz de cien lunas que derramaron rocío sobre mis sienes, desperté de pronto en paz, en calma y en silencio, como la lechuza después de una noche de caza, giré mis ojos y al buscarte descubrí que sólo fuiste un corte pasado que derramó sangre inocente al filo de su navaja, sin llevarse consigo una sola libra de mis carnes, volví a mi tumba, renací del foso en el que pretendiste enterrarme, te seguí, te busqué, atrapé tu cuerpo diez vecez en mi carcel de indeseados y dejé la noticia correr como pólvora en las calles, vinieron pronto los mendigos, los malvados curiosos, los de cuello blanco disfrazados, gente de tu raza a comerte en vida, pidiéndome que te exhibiera, pero no lo hice porque, para tu verguenza, el perdón me llovió como ríos de benignidad y en el camino lavó culpas y penas, se confundió con lágrimas, trajo paz y amaneceres, permitiéndome liberarte para que caminaras por el mundo a solas... con tu remordimiento.
Lycette Scott
Tu hielo se adhirió a mi y chupaste mi sangre...aprendiz de sanguijuela, yo tuve a bien entregarme por completo, sin complejos, sin dudas, desnudarme ante tí y cuando me hallaste así, supiste arrancar mi piel, dejando sólo músculos y sangre, huesos resquebrajados, torrente, glóbulos, órganos latientes y expusiste tu obra de arte ante todos en una galería de ciegos, todos con visiones, con opiniones, escudriñaron mi intimidad, bebieron mis palabras, me acercaron al calor con intención de secar mis líquidos, mis fluidos y poco a poco se fueron retirando a disfrutar su festín, hicieron su digestión y habiéndome desechado, durmieron su ignorancia en la oscuridad de guerras y cementerios, allí me dejaron tranquila reposar mis ansias, restaurarme a la luz de cien lunas que derramaron rocío sobre mis sienes, desperté de pronto en paz, en calma y en silencio, como la lechuza después de una noche de caza, giré mis ojos y al buscarte descubrí que sólo fuiste un corte pasado que derramó sangre inocente al filo de su navaja, sin llevarse consigo una sola libra de mis carnes, volví a mi tumba, renací del foso en el que pretendiste enterrarme, te seguí, te busqué, atrapé tu cuerpo diez vecez en mi carcel de indeseados y dejé la noticia correr como pólvora en las calles, vinieron pronto los mendigos, los malvados curiosos, los de cuello blanco disfrazados, gente de tu raza a comerte en vida, pidiéndome que te exhibiera, pero no lo hice porque, para tu verguenza, el perdón me llovió como ríos de benignidad y en el camino lavó culpas y penas, se confundió con lágrimas, trajo paz y amaneceres, permitiéndome liberarte para que caminaras por el mundo a solas... con tu remordimiento.
Lycette Scott
11 comentarios:
Excelente reflexión. Me gusta mucho cómo escribes.
Te invito a mi blog:
http://equilibrioradical.blogspot.com
le dejaste lo peor (y bien merecido) andar con el remordimiento a cuestas
Doctora: esto no se trata de su primer caso profesional, ¿verdad? jajaja.
No, mentira. Lycette: Isabel Allende, deja de leerla, que te vas a poner cuaima. Me recordaste a la Streep (nunca leí el libro completo) en su papel con el tipo aquel maluco-sabrosón que a tantas féminas atrae.
Hola! Muy buena reflexion. Saludos.
Hey nena , la verdad me gusta mucho tu blog, me divierte, hace poco que descubrí este mundo y por lo visto ya tengo abogada que me defienda!!! es bueno saberlo, okey, este mensaje era para que sepas que aca estoy en algun lado del mundo!!!
Besos y suerte
suuuuusto negrita, demasiado heavy
Sigo metido en la trama Lizzy! El no te merecía y se lo hiciste saber de la mejor manera, porque como bien dijo nuestro adorado amigo Rubén Blades, "las cuentas del alma no se acaban nunca de pagar". Excelente relato, uno queda con ganas de mas, y mas, y mas. Seguro que esa musa no terminó alli, hay cosas que contar de antes o después. Me gustó mucho. Un beso
cool!!! tu si sabe mcuhcahcita, jejjej
Sólo los de alma grande saben perdonar.. Hermoso Lycette.. Un beso..
¡Woooooow!
¡Que estilo!
Magnánima... no necesitas castigarlo, su castigo es tener que vivir consigo mismo...
José Domingo Gracias, con gusto pasaré por allá.
Digler así es mi amigo.
Protheus jajajaja tranquilo que no tiene que ver nada con ser cuaima...Por cierto, doctor es usted mi querido, a mi me falta mucho para eso.
Rita Gracias, saludos para tí también.
Andrea bienvenida por acá siempre es un placer tener nuevos lectores, un gran saludo.
Cábina que fino que lo perciben así
Oswaldo Que gran frase me has dejado en este comentario, voy a colocarla en mi nick de msn. Un abrazo.
Príncipe Me alegra mucho que te gustara.
Lorenna Gracias miga...un abrazo.
Acerina Me sonrojas mana...que bueno que te gustara
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