Búsqueda

¿Dónde has estado todo este tiempo?
Llegaste como un vendaval
inundando mis carnes de lluvias,
vientos que enredaron mis cabellos,
llenaste mis mares con tu intimidad,
destrozaste calles, sitios, tiempos,
estuviste en todo, fuiste breve, partiste.
En qué lugar, a qué deshoras dijiste adiós,
entre el sol iluminando mis mañanas,
tiempo este que se detuvo con tu partida,
intentando retener esencias, gestos, sueños.
Dibujé por años tu figura con la luz del cigarro,
imagen terca que acudía a mí,
indeleble a veces, nítida siempre, pero nunca ausente.
Luego de algunas bocanadas
en que pude respirarte largamente,
saboreé tus años, aspiré tu olor
y fuiste en mí los días tristes más lejanos.
Nunca supe decir adiós,
encuentro inútiles las despedidas,
te dejé marcharte y andar otras pieles,
caminos interminables de búsqueda,
improductivos tus cantos, extrañándote siempre.
Corrí por lagunas, ríos y mares en tu ausencia,
recorrí uno a uno los océanos de este mundo,
bebí leche de perras paridas por todas las latitudes,
comí árboles, espacios y llantos,
para saber entonces que no puedo vivir sin tí.
En un verso de mi poesía me senté a esperarte,
te llamé sin decirlo en notas húmedas,
mil sirenas acudieron en mi ayuda,
dejé mis huellas en todas las arenas del globo
y, aún así, no pude hallarte.
Una noche clara y cuando menos lo esperaba,
te encontré sentado en un cráter de luna,
como esperando algo que se te escapaba,
estiré mis dedos y pude palparte
en el dulzor de las mieles de mil panales,
no quise cortar tu alas, te ofrecí libertad
y sólo entonces pude alcanzarte.

LYCETTE SCOTT