9 de julio de 2012

Enfermedad



Podías haber dolido como un infarto,
un golpe súbito, 
precedido por un ahogo
que deja a la víctima irremediablemente agonizante.
Podías haber sido un shock anafiláctico,
repentino, agresivo,
asfixiante y cianótico.
Pudiste haber sido una fractura
que inflama, como consecuencia de una caída.
¿Por qué no fuiste un accidente,
algo que aniquila en cuestión de instantes?
En cambio escogiste ser una larga agonía,
un dolor constante, una recaída tras otra,
un malestar distinto cada vez, 
una enfermedad metastásica,
una imposibilidad de respiración perenne,
una angustia imperceptible,
una turbación del sueño,
un silencio de sentimientos,
un vacío de palabras,
un paréntesis del alma, 
una crisis sin antipsicóticos,
un punzante penar sin analgesia,
la mano cerrada del brazo encogido,
una libertad castrada,
una bacteria alojada en el alma,
un sufrimiento que no aniquila,
pero amarga.

LYCETTE  SCOTT

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