25 de julio de 2014

Caracas te... ¿quiero?


Caracas: una palabra, una ciudad, un pensamiento aterrador, los recuerdos. Soy caraqueña de pura cepa, nací en el Hospital Universitario cuando todavía era un lugar para que la gente de la ciudad fuera a dar vida, en lugar de morir producto de un tiroteo. Caracas me vio estudiar, me vio crecer, me regalo experiencias.

Muchos de los mejores recuerdos de mi vida están en esa ciudad al sur del mundo con la extraña cualidad de producir en quienes la han habitado un incurable Síndrome de Estocolmo. Y es que Caracas es una ciudad para sentirse feliz, para maravillarse con el trópico, para admirar las palmeras, para ver llorar al cielo, para mirar hacia arriba y deleitarse con el azul, para perderse en la imagen del Ávila, para ver nacer los años nuevos desde las alturas, para verla de noche con la sensación de que las miles de lucecitas son una maqueta inofensiva ¿París ciudad de la luz? Caracas con sus barrios iluminados. Caracas con sus Cristofué mañaneros, con sus azulejos, con sus torditos, con sus bandadas de loros y guacharacas adornándonos las mañanas. Caracas con sus (mis) guacamayas atravesando la ciudad desde Petare hasta la Urbina, inocentes de las miles de tragedias que transcurren en su cotidianidad.

Esa es mi Caracas, la que nos sorprende de pronto con una obra de Soto, en la que los viejitos bailan salsa o juegan dominó en las plazas, la Caracas en la que la gente sale a correr tempranito, en la que cientos de personas se ejercitan bajo las estatuas de nuestros Próceres. La ciudad de irse a comer una "bala fría" o una arepa a las seis de la mañana después de una rumba, la del ron barato e inagotable, la de los teatros, la de la parranda, la de la cultura. La ciudad de la Universidad Central de Venezuela y su Tierra de Nadie, inigualable para acostarse a estudiar por las tardes; la de las aulas abiertas. La ciudad de la Universidad Católica con su bullicio en tono sifrino y en donde las partidas de truco se dejan para la casa porque están prohibidas en el campus. Mi Caracas, tu caracas... nuestra casa. 

Desafortunadamente, Caracas es también una de las ciudades más aterradoras del mundo, es la ciudad de la neurosis, del agotamiento, del smog, del ruido ensordecedor y perenne: motos, música, gritos, cornetas, autobuses, mentadas de madre. Es la ciudad de la tristeza, en la que en cada esquina una madre llora la partida de un hijo que nunca volvió porque de regreso a casa se encontró con el cañón de una pistola. La ciudad de las colas interminablemente inhumanas, 2 horas, 3 horas, ya no llego a la oficina ¡coño es que está lloviendo! ¡ya esta vaina se volvió un caos! A alguien se le cayó el rancho, otro se quedó sin nevera porque la lluvia se la llevó y apareció en la mitad de la Carretera Panamericana. Caracas es la ciudad del "menos mal que no te pasó nada", "avísame cuando llegues", "guarda el celular", "camina rapidito", "mira pa' los lados", "secuestraron a fulanito", "mataron a sutanito". La ciudad del estatus repetido en facebook: "un motorizado me robó el teléfono, borren mi número y pásenme los suyos por privado". Caracas es la ciudad en la que se baja la mirada, en la que no se busca peo, en la que si te roban mejor entrega el teléfono porque "lo material se recupera". La ciudad del Guaire lleno de indigentes y prostitutas, ese río sucio y terrorífico del que pocos han salido vivos, uno que algún gobernante con aspiraciones de ladrón de cuello blanco nos prometió limpiar. Caracas es la ciudad que poco a poco se queda sin libros, sin papel, sin comida, sin gente, sin ganas de ser ciudad, sin alguien que le haga un cariño. Caracas es una ciudad que todos dicen querer y nadie quiere cuidar. Hundida entre cerros de basura, hedionda a pólvora y a sangre, a alcohol, sonrisas y lágrimas. 

Caracas es, en fin, como una mala relación de pareja. Si alguna vez la amaste, no la olvidas. Cuando piensas en ella tiemblas en una aterradora mezcla de emoción y miedo, de alegría y tristeza, de orgullo y dolor. Ella te golpea, te maltrata, te agota, te agobia, te ahorca, te ahoga y al día siguiente te amanece, te sonríe, te hace brisa y te saluda. Caracas se queda con los afectos de quienes la abandonaron, es una ciudad que termina contigo y te deja sin nada, sin amigos, sin casa, sin familia... te lanza al mundo, te deja solo contigo. Caracas es una ciudad que nos deja necesitando rehabilitación y psicoanálisis, es una relación amor-odio constante. Caracas es humana e imperfecta.

¡Ay mi Caracas! Te extraño y te quiero querer, tanto como te quiero olvidar. Gracias por tanto, gracias por nada. Inagotable, entregada. Feliz cumpleaños mi Caracas cotidiana, bipolar... maltratada. 

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