Hace un par de días conversaba con un amigo y, mientras tratábamos dos venezolanos de explicarle a una amiga extranjera la situación de nuestro país, comenzamos a rememorar momentos de nuestra historia reciente. Recordamos en principio, el 11 de abril y Julio me hizo reflexionar sobre lo siguiente: nadie se acuerda del nombre de los muertos de esa fecha, él en cambio recuerda con claridad al señor Tortosa, el periodista. Esto me hizo rememorar muchas cosas y me ha mantenido pensando durante todo el fin de semana.
¿Quién lleva la cuenta de todo aquello por lo que hemos peleado unos meses y luego olvidado? Definitivamente, nuestra mala memoria y nuestra capacidad de adaptación en temas de política es terrible para nuestra historia. Un ejemplo sencillo: cuando comenzaron los apagones, el gobierno decía que era producto de una sequía ¿se acuerdan? pues bien, tenemos más de dos años sufriendo apagones constantes y ya simplemente nos acostumbramos. Esa costumbre nos lleva, tal como es nuestra característica venezolana, a terminar haciendo chistes sobre cualquier cosa: chistes de que no hay luz, de que no hay gas, de la inseguridad, de lo mentiroso que es Chavez, de cualquier cosa deprimente en nuestras vidas.
A mí se me ocurre pensar ¿en qué momento nos jodimos tanto? porque es muy, pero muy triste, echar un vistazo a unos años atrás en nuestra historia y recordar que la Venezuela de mis 17 años era muy distinta a la de los 27, que poco a poco nos hemos llenado de temores y represiones, que también hemos ido careciendo cada vez de más cosas, y lo peor de todo, nos acostumbramos a todo esto. Pareciera que nuestra capacidad de luchar por algo se agota en un corto plazo, que de algún modo preferimos volver rápidamente a nuestra comodidad cotidiana y dejar de luchar por el país que queremos. Sé que muchos se sentirán aludidos y ofendidos por esto, pero cada uno, a su manera, y ¿por qué no? incluyéndome a mí misma, tenemos alguna razón para sentirnos cansados y haber dejado de luchar por Venezuela (o, al menos, para ya no luchar con el mismo ahínco que antes). Es triste ver que dejamos de estar en la calle, que es normal asumir que te van a robar el teléfono, que te van a matar en la calle, que no vas a conseguir carro para comprar, que el salario cada vez alcanza menos para comprar una gama de productos cada vez más escuálida, que cuando le quitaron la concesión a RCTV juramos mantenernos en las calles hasta que se restituyera la señal, y unos años después, simplemente nos acostumbramos a que el "canal 2" de nuestros televisores, ahora se llama TVes.
A mí sí me deprime ver que hay países limpios, donde la mayoría de las cosas funciona bien, en los cuales la inseguridad no es una preocupación y los gobiernos no son una razón más de amargura. Pero lo que más me deprime, ver que hay países en los cuales la gente lucha por derechos de cuarta generación, mientras en ese pedacito hermoso de tierra que me parió, seguimos arañando un mínimo de derechos fundamentales. Y es que ciertamente, algunos grupos se hayan completamente desprotegidos, ello sin contar con las constantes violaciones de los derechos que sí tenemos. ¿Cómo prospera un país en el que hasta la mejor normativa se convierte en letra muerta?.
Disculpen, pero me embarga la tristeza y se apodera de mí la frustración cuando pienso en esas cosas. Como hablaba ayer con una antigua bloguera en twitter: yo me acuerdo cuando uno iba al teatro una vez cada quince días y el salario alcanzaba, yo me acuerdo cuando uno iba al banco y decía "quiero comprar $1.000" y a los diez minutos los tenía en mano, yo me acuerdo cuando en mi casa se hacían mercados grandotes y el salario alcanzaba, yo me acuerdo cuando una docente podía pagar universidad privada para sus hijos y el salario alcanzaba, yo me acuerdo cuando uno iba a buscar trabajo y nadie le decía "lo siento, tú firmaste", yo me acuerdo cuando uno iba a su oficina a trabajar y no a autocensurarse por miedo a perder su sustento, yo me acuerdo cuando en tu oficina nadie te obligaba a ponerte una camisa roja y salir a la calle gritando "Pa' lante comandante". En esta variedad de "yo me acuerdo", una de las cosas más deprimentes es llegar a la tristísima conclusión de que los gobiernos anteriores (paupérrimos, ineficientes y culpables de que Chavez llegara al poder) fueron mejores que el gobierno actual.
Para finalizar, quiero hablarles del "yo me acuerdo" más triste. Yo me acuerdo cuando cada cumpleaños que pasaba uno contaba con más gente que el anterior, porque en ese año habíamos hecho unos cuantos panas más que agregar a la lista de amigos; cuando todos teníamos sueños y esperanzas, porque nosotros, los jóvenes, creíamos que podíamos llegar a ser el país que debemos ser. Lamentablemente, esto es un "yo me acuerdo" porque como bien apunta una amiga mía, cada año que pasa nuestros cumpleaños son menos recurridos, puesto que consecuencia de tanta crisis, año tras año, tenemos más amigos marchándose a vivir al exterior. Y aquí agregaré otro más: yo me acuerdo cuando alguien se iba a estudiar al extranjero y al terminar regresaba porque Venezuela era un país con oportunidades. Lástima que ahora todo aquel que pisa otro país, termina irremediablemente deseando no volver a vivir jamás en Venezuela. Quizás volver sí, pero de vacaciones solamente. Se trata de una inumerable cantidad de emigrantes venezolanos que viven en el extranjero cargando con esas raíces de las que no sepueden separar. Gente que lleva en el alma ese sabor a cacao, coco, tambor, gaita y joropo, las playas, los médanos y Canaima, gente que se conmueve hasta las lágrimas al escuchar el "Gloria al bravo pueblo", pero que tienen la certeza de que volver no es una opción; porque al parecer, en cualquier otro sitio hay más posibilidades de progreso que en su tierra natal.
¿Cómo progresa un país con tanta fuga de talentos? ¿Cómo arreglaremos esto si se nos están marchando los cerebros? más aún, ¿en qué momento una tendencia política se convirtió en algo más poderoso que nuestros méritos? ¿cuándo loel trabajo duro dejó de ser la garantía del éxito?. Disculpen, pero yo no recuerdo en qué momento nos jodimos tanto.
1 comentario:
Feliz Navidad, Lycette. Un beso
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