Así, entre todas las cosas, así como siempre. Cuando menos te lo esperas llega algo que habías deseado largamente.
El tiempo me ha dado espacio para pensarte y repensarte. Hay algo en esto, hay algo en tí, hay algo más. Un presentimiento, una sensación, una paz en medio de esta intranquilidad; quizás comienzas a ser tú, la inquietud en medio de mi calma. Despiertas una ola en mi alma, con esos pequeños gestos que adivinan la combinación del candado en mi pecho. Eres como el sabor de un guiso preparado a fuego lento, una cocción que se ha tomado el tiempo debido para cada cosa, una gama de texturas que se quedan en el paladar por mucho tiempo. Te olfateo en la distancia y me resultas tan presente.
¡Agridulce! Sabor bendito de contextos perfectos. Dulce en la amistad, ácido en la amargura, mixto en los segundos de esos encuentros con premura. Más allá, tengo la sensación de que esto es algo del más allá, no es un segundo, sino una conjunción de tiempos que transcurren relativamente según las circunstancias. Y es que tú, al no ser segundo, permaneces, pero ya no con ese apego de la eternidad, sino con la pertinencia de aquello que se sabe perecedero. Hay una cierta seguridad en la imposibilidad de perdernos, considerando que es imposible extraviar aquello que no se tiene, y visto que aquí no hay sentido de pertenencia, nos mantenemos en la tensa calma de quien conoce el azar de la ruleta: perder / ganar.
Con que paciencia se teje una red de conexiones fuertes como la cuerda del marinero. Esto vino poquito a poco, sin las prisas del desespero que es tan experto en arruinar los momentos. ¡Que inmensa la sabiduría del dejarse llevar! Sorteaste barreras, haciendo un agujero por vez y al juntarse todos, resultó esta barrera ser un colador por el que se filtran las cosas buenas. Lentamente, alcanzamos otro nivel de intimidad. Te me haces tan presente e imperceptible, estás y no ¿y a quién le importa la diferencia? Yo me voy y tú te quedas o tu te vas y yo me quedo, en el zig-zag de nuestros destinos nos cruzamos, nos separamos, nos encontramos, nos vamos y nos quedamos. Amada inestabilidad, pequeñas dosis de un buen veneno de esos que matan lentamente. Perfume medido, explosivo en el principio, paciente en el proceso, extremadamente duradero. Que permanezca tu amor en mi deseo y mi beso en tu recuerdo. Bendito sea cada pequeño momento en el que se me da la fortuna de conocerte en el detalle.
Vida afortunada, ocasión maravillosa aquella en que me cruzó por primera vez con tu mirada. Preciso pasado que me destruyó para hacerme renacer en tu pecho. Gracia oportuna, has llegado suavemente como una seda, yo te enfrento como mortal y que el azar decida hasta cuando te quedas.
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