Caminabas por la vida sin un halo de pasión
y jamás observaste aquello que te rodeaba,
mirabas impávido al mundo, sin importarte nada,
pero su indiferencia te agobió.
El ruido, el humo y la asquerosidad no te afectaban,
ni las penas ajenas, ni la maldad desatada,
ni la lágrima del niño, ni el hambriento que rogaba,
vivías feliz en tu jaula de plata.
Porque eras tan pobre que nada te tocaba.
Y desde tu pedestal lujoso
mirabas la impaciencia del enfermo,
la lluvia llevarse casas,
tragedias destruyendo sueños,
mañanas que jamás se iluminaban.
Transcurrían tus noches de cama en cama,
sin hallar jamás un poco de sosiego,
sin sentir pasión al tocar un cuerpo,
sin volar tan sólo con el roce de un beso.
Nunca te hiciste uno con tu soledad escogida,
ni te conociste un poco más en el silencio nocturno.
Eras tan pobre que sólo tenías dinero.
No lloraste jamás una necesidad,
ni pediste alguna vez a Dios un favor,
todo lo tenías en tu taza de oro,
no conociste la sencillez de tener muy poco.
No sentiste emoción al ver moverse la cola de un perro,
no te tocó el abrazo de un amigo
que más que amigo es hermano,
nunca apoyaste a alguien para aliviar su dolor.
Eras tan pobre que sólo tenías rencor.
Negaste comida al hambriento,
pisoteaste a todos tus contrarios,
sentenciaste a tus enemigos,
no supiste cómo se respiraba el fuego de la libertad.
Talaste el árbol que en el futuro daría aire a tu hijo,
ensuciaste el mar que te bañaba,
nunca te maravillaste ante el destello del cielo,
ni sonreíste jamás por un pájaro volando.
Eras tan pobre que no cuidaste nada para quienes vendrán mañana.
Nunca llegaste a despertarte cantando,
ni sonreíste ante el animal que vive salvaje,
no te supiste rico porque un árbol te daba sombra,
ni agradeciste a la lluvia por refrescar el calor de un día.
No te enteraste de que al cielo se llega ayudando,
ni de que compartir las penas aliviana la carga,
no supiste nada de la emoción que se siente al tender una mano,
ni te maravillaste al verte reflejado en los ojos
de una mujer que en realidad te amara.
Eras tan pobre que nunca agradeciste nada.
Fuiste un espectro en la vida que te dieron para vivir,
morías lentamente, penetrado por la nada,
el canto de un canario no alimentaba tu alma,
no conversaste tranquilo alguna vez con la luna.
No sentiste alegría al besar a tu madre en la frente,
ni quemaste tus pies en la arena caliente;
no moriste lentamente al tacto de una dama,
no compartiste nunca algo más que tu cama.
Y es que eras tan pobre...que nunca apreciaste nada.
LYCETTE SCOTT
2 comentarios:
Hermosa y significativa poesía Lycette: Me quedo con esa frase "Eras tan pobre que sólo tenías dinero" que mravilla .Gracias
Hola,
Mi nombre es Liliana y me gustaría establecer una colaboración en contenidos. lilianacostaliliana@gmail.com
Un saludo
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